La idea del marketing debió haber surgido de un gran cuestionamiento previo, y no lograr alcanzar un nivel aceptable para cumplir con las metas establecidas de ventas llevó a que, expertos en la materia, se preguntaran ciertos fenómenos que no estaban presentes, o que no se podían ver hasta ese momento en el mercado.
La invisibilidad de ciertas prácticas comerciales se ha empezado a disolver por un trabajo que trata de develar lo imponderable – grande Ishikawa-. Se ha logrado establecer la real existencia de un ente que penetra todas las áreas del comercio, en todos los niveles y que hoy, sin discusión, mueve y sostiene el intercambio.
En los negocios ya no es posible abstraerse de la condición etérea del marketing. Se han hecho esfuerzos por arraigarlo a parámetros medibles. Se le trata de encasillar a cifras para otorgarle rasgos cuantificables. Sin embargo, la esencia de esta técnica, que se descubrió con años de estudio y observación –gracias señor Deming-, está basada netamente en conceptos sociales.
En sí mismas las cuatro aristas básicas del marketing, tienen su génesis en fenómenos sociales. Las famosas 4 p son la base con la que el estudio del mercadeo fundó sus cimientos para erigir el más emblemático ejercicio, en el umbral de los números. Quienes son por excelencia y arbitrariedad -por lo menos en mi país- amos del marketing, han tratado de cuantificar el fenómeno, pujando por todos los medios de encasillar al bien ponderado fenómeno como una manifestación netamente numérica.
La idea de perder uno de los campos más gravitantes, que realmente consigue y mantiene un nivel de intercambio, no lo concibe el área de administración de empresas. Las huestes que claman por la exclusividad de este arte – si así se le puede llamar- fallan por no lograr establecer, en así mismas, un pequeño factor que ha vuelto a cobrar valor: La percepción.
En ello se funda la claridad de la aseveración que estoy por dar: “Todo proceso, toda técnica y cualquier método cuantitativo, sucumbe cuando tratan de inferir en parámetros de conducta. Cuando hablamos de factores que están fuera de la percepción física, entramos a tallar quienes se nos ha enseñado ha rozar al hombre consumidor, como conjunto e individualmente, en su desarrollo social, cultural y espiritual.”
HSQO
Queriendo ser un Melquisedec
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