miércoles, septiembre 14, 2005

Maria Helena - Amor de Salitre

Comenzaba el 2XXX y el mundo estaba en otra. Las comunicaciones estaban sobrepasando sus propios límites y se estaban convirtiendo en la necesidad primaria de la sociedad global. Los gobiernos apoyaban irrestrictamente toda gestión comunicativa de los medios y sus reparticiones, abogando por que el sector privado tomara una postura de apertura dentro de sus organizaciones.

Se había descubierto una nueva función para el producto denominado como salitre y su explotación, como en antaño, empezaba a retomar un ritmo vertiginoso. No obstante, las distancias hacían que en el remoto pueblo de María Helena todo siguiera igual.

Desde 1926 que las cosas no cambiaban en María Helena. Sólo quienes tenían el control sobre las explotaciones del mineral podían acceder a las comunicaciones y con ello su poder estaba asegurado. La ignorancia, a medias, por parte de la mayoría de la gente de lo que ocurría más allá de la carretera, había estructurado una comunidad singular. Con sus propias reglas las personas tenían sus conflictos, amores, anhelos y por sobre todo una comunicación única.

La televisión existía solamente en las casas de los administradores, la radio era de honda corta y llegaba un solo periódico que era preparado fuera de María Elena por órdenes de éstos. Ellos tenían un compromiso desde que se fundó la oficina salitrera y, de generación en generación, se habían preocupado de traspasarla: No perder el control de la salitrera y siempre asociarse entre ellos.

Entre tanto, en el pueblo todo seguía funcionando como siempre; sin embargo de una u otra forma la modernidad estaba con ellos. Toda la tecnología la tenían y las vestimentas eran la vanguardia europea y norteamericana, sus transportes terrestres eran de lo mejor pero... Sin comunicación con el mundo exterior, mantenían su orden social intacto.

La sensación que, más allá de las fronteras de María Helena, existía un mundo agresivo y hostil era el aglutinante de administradores y empleados. Sus contactos con el exterior se limitaban única y exclusivamente a transar el precio del salitre, el ingreso de tecnologías, alimentos y vestimenta.

En un desesperado intento por ver más allá del horizonte los López, González, Tapia, Pérez y Soto hacía tiempo que habían perdido a sus hijos, culpando a los extranjeros de haberlos secuestrado. La verdad fue que estos jóvenes (5) le pidieron al hombre del camión (don Aniceto, único hombre autorizado a ingresar los víveres al pueblo) que los llevara a la capital más próxima y ellos de ahí en adelante verían que hacer con sus vidas..

La producción de Salitre demandaba nuevas tecnologías y los administradores mandaron a cuatro de sus hijos a estudiar fuera de María Elena. Aduciendo a la población que, por el bien de la comunidad, estos jóvenes (5) se dirigieron a una población de iguales características en el viejo continente, para traer las últimas tecnologías y tendencias.

Una producción de HSQO

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